Por Ariel Aloi*
El tendal de hombres y
mujeres que sobrevive por debajo de la línea de la pobreza poco sabe de los
instrumentos de poder, de las riquezas y de los asuntos públicos. Los padecen,
como millones de compatriotas, en una integración temeraria a las largas listas
de récords de injusticias, crueldad y olvido. Otros que si comprenden, por las
consecuencias generadas a través de causas estructurales, caen en un pesimismo
sufriente.
El tendal de niños sin pan
tampoco sabe de los entramados de estridentes discursos políticos y campañas
electorales multimillonarias, ni de autos lujosos o de helicópteros que
recorren en minutos la ciudad de una punta a la otra.
El tendal de argentinos sin
vivienda, sin luz o sin agua, con calles de tierra o inundaciones sistemáticas,
poco equiparan sus vidas a lujosas cenas, ociosas vacaciones en mares transparentes
u opulentas vestimentas.
La justicia, la dignidad o
el bienestar se transforman en palabras quimera. ¿Qué paz duradera puede
existir si un solo niño anda descalzo o padece sufrimientos que quedaran para
toda la vida? ¿Qué silencio se explica ante los malversadores y perseguidores
de la vida?
Si un joven piensa que no
tiene destino, o que el hoy es el medicamento irremediable para un peor mañana,
o transita en el deseo imposible de vidrieras y galerías, es porque el pantano
que enloda a esta Patria debe ser justicieramente removido.
Si un solo patriota acepta
arrodillado la esclavitud y la opresión nacional que nos resigna a la vida
entre tinieblas y oscuridad, habremos de sobrevivir de títulos y no de hechos
concretos.
No tememos a decir que
queremos convulsionar la Patria para que ya no exista esa realidad que condena
a algunos a la extrema miseria y a otros a la exagerada riqueza.
Es tiempo de que los hombres
y mujeres libres se unan para que la libertad se construya en la batalla y no
en los deseos de la utopía.
SEAMOS LIBRES, LO DEMÁS NO
IMPORTA NADA
*Integrante del Secretariado
de la Organización para la Liberación Argentina - OLA
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