Mientras Cristina Fernández legitima en nuestro país el reconocimiento de la propiedad intelectual sobre las semillas transgénicas de Monsanto, equivalente a la privatización lisa y llana de la agricultura, científicos buscan ampliar los estudios realizados sobre toxicidad de transgénicos y glifosato a largo plazo; el herbicida Roundup y el maíz genéticamente modificado, tolerante a este agroquímico en el centro de las investigaciones.
De acuerdo a lo publicado en 2012 por la revista Food and Chemical
Toxicology (FCT), se observó a 200 ratas alimentadas con maíz
transgénico por dos años, y en ellas se evidenció un “aumento alarmante
de la muerte temprana, grandes tumores como el cáncer y las enfermedades
del hígado y el riñón”.
Dada la presión de las empresas que promueven estos productos se boicoteo la publicación, siendo la investigación reconfirmada y reeditada con más datos el año pasado, en ambos casos informó la observación de animales con severos trastornos metabólicos después de la mediana edad.
En Argentina, la presidente, obsesionada con el hecho de emplear a la ciencia y la tecnología en los marcos de un “crecimiento con inclusión social” es funcional a la política de las multinacionales causantes de los problemas que dicen combatir.
El acuerdo llevado adelante por Cristina Fernández resulta a todas luces funcional al sistema económico responsable en la creación de la pobreza, para ello la multinacional desde principios de los 90 se encargo de infiltrar el Instituto Nacional de Tecnología Agrícola (INTA) que por décadas llevaba adelante la investigación para el desarrollo de variedades vegetales “mejoradas”, apoderándose del capital genético estratégico del país a manos de empresas privadas como Monsanto y Nidera, permitiéndoles el acceso a los archivos secretos del INTA cuyos equipos de investigación fueron comprados por esas empresas.
En el ciclo sostenido, gobierno tras gobierno, de negocios y ganancias extraordinarias, Monsanto creo la Agencia Nacional de Ciencia y Tecnología para absorber los préstamos del BID en proyectos de desarrollos biotecnológicos cooptando personal científico y técnico; el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el Polo Tecnológico que impulsa, entre otras barbaridades, las nuevas variedades de plantas transgénicas de la multinacional.
Cabe recordar, en los marcos de tantas menciones del gobierno nacional sobre planes de desestabilización, que Monsanto, su multinacional aliada, especializada en realizar lobby presidencial y cooptar funcionarios, científicos y sectores de gobierno que influyan sobre las decisiones económicas de los mandatarios, ha sido denunciada reiteradamente por promover golpes de Estado.
Dada la presión de las empresas que promueven estos productos se boicoteo la publicación, siendo la investigación reconfirmada y reeditada con más datos el año pasado, en ambos casos informó la observación de animales con severos trastornos metabólicos después de la mediana edad.
En Argentina, la presidente, obsesionada con el hecho de emplear a la ciencia y la tecnología en los marcos de un “crecimiento con inclusión social” es funcional a la política de las multinacionales causantes de los problemas que dicen combatir.
El acuerdo llevado adelante por Cristina Fernández resulta a todas luces funcional al sistema económico responsable en la creación de la pobreza, para ello la multinacional desde principios de los 90 se encargo de infiltrar el Instituto Nacional de Tecnología Agrícola (INTA) que por décadas llevaba adelante la investigación para el desarrollo de variedades vegetales “mejoradas”, apoderándose del capital genético estratégico del país a manos de empresas privadas como Monsanto y Nidera, permitiéndoles el acceso a los archivos secretos del INTA cuyos equipos de investigación fueron comprados por esas empresas.
En el ciclo sostenido, gobierno tras gobierno, de negocios y ganancias extraordinarias, Monsanto creo la Agencia Nacional de Ciencia y Tecnología para absorber los préstamos del BID en proyectos de desarrollos biotecnológicos cooptando personal científico y técnico; el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el Polo Tecnológico que impulsa, entre otras barbaridades, las nuevas variedades de plantas transgénicas de la multinacional.
Cabe recordar, en los marcos de tantas menciones del gobierno nacional sobre planes de desestabilización, que Monsanto, su multinacional aliada, especializada en realizar lobby presidencial y cooptar funcionarios, científicos y sectores de gobierno que influyan sobre las decisiones económicas de los mandatarios, ha sido denunciada reiteradamente por promover golpes de Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario