“He tenido
ocasión de observar muchas veces cómo poderosas organizaciones con una poderosa
prensa se hicieron añicos bajo el impacto de los acontecimientos, y cómo, por
el contrario, pequeñas organizaciones con una prensa técnicamente débil se
transformaron en corto tiempo en fuerzas históricas”. León Trotsky
Sin
comprender, cabalmente, la complejidad que implica generar organización del
pueblo y para el pueblo, será difícil comprender la dialéctica de las tareas
comunicacionales que debe abordar nuestra lucha en términos estratégicos y no
meramente coyunturales. No hay práctica correcta sin teoría correcta.
Hace un año
afirmábamos que “la revolución es ahora”, en un artículo que esbozaba las
principales líneas de construcción para la fuerza propia, allí decíamos “que se
hace absolutamente necesario marcar una y otra vez con claridad nuestra
estrategia, despertarnos para ir acercándonos en cada paso que damos a aquellos
sueños que nos juntaron y dieron nacimiento a la Corriente del Pueblo,
evitando de esta manera la burocratización que se da inevitablemente en aquellos
que pierden el objetivo colectivo”.
Decíamos
también que “la revolución es ahora, ya que tenemos en esta etapa la gran
responsabilidad de ser artífices de las acciones que ha de plasmar nuestra
organización para sentar las bases de una nueva sociedad. Tenemos por delante
una gran responsabilidad que nos exige estar a la altura de la situación,
responsabilidad espiritual y política que sin demoras hay que tomar. No nos
queda más que ir preparando con amor la tierra que moldee una nueva humanidad”.
Generar una
situación que se pretende revolucionaria a la hora de plasmar la batalla
cultural, implica en lo comunicacional marcar claramente sus contenidos
propios, sus ritmos y sus prioridades determinadas por la fuerza, y los
avances, que la organización va obteniendo en lo que estratégicamente hemos
llamado la construcción del poder dual, que es ni más ni menos que la
construcción del poder del pueblo.
Las tareas
comunicacionales revolucionarias no pueden provenir de la pura subjetividad, de
las opiniones de algunos “iluminados”, las prioridades derivan de las
necesidades objetivas de cada frente en lucha contra el imperialismo y sus
socios nativos, de la lucha contra nuestras propias miserias y limitaciones.
Los contenidos de nuestros medios de comunicación, emergen de la lucha de
clases, no la esconden; dan la pelea por un nuevo modelo civilizatorio,
alimentando con ideas la batalla cultural que hay que plasmar en el seno de la
sociedad.
Esas
necesidades se detectan en la cotidianidad, en el análisis colectivo de las
características de los enemigos que enfrentamos, en la dinámica de nuestras
luchas, en las experiencias de poder popular que impulsamos en cada barrio
desde las Áreas de Autogestión, Participación y Movilización Popular de la Corriente del Pueblo, en
la lucha de ideas que generamos con profesionales, estudiantes e intelectuales
que se suman al Instituto Taki Onqoy, en la construcción iniciada desde KURMI -
Jóvenes al Frente, retomando el protagonismo que la juventud ha tenido a lo
largo de nuestra historia; como así también en la lucha en defensa de la
naturaleza que deberá expresar el movimiento campesino, denunciando el saqueo,
la depredación y contaminación que los grandes terratenientes sostienen desde
hace décadas.
En
definitiva, consideramos que se debe tomar en cuenta lo concreto, tanto como lo
subjetivo, con el propósito revolucionario de que la comunicación popular sirva
para elevar el nivel de la conciencia, para perfeccionar la lucha y para
garantizar la batalla cultural en el seno de la sociedad. En una situación de
clara descomposición civilizatoria, la batalla cultural no admite eufemismos,
los medios de comunicación populares y revolucionarios, los medios de
comunicación de nuestra fuerza tienen un papel supremo como herramientas
organizadoras para ayudar a multiplicar las fuerzas revolucionarias a partir de
poner en común un programa de acción emancipador. No se puede desperdiciar
recurso alguno. No se puede perder un minuto.
No son
pocos los que se apresuran para erigirse en intermediarios mesiánicos,
dispuestos a reescribir los mandamientos del reformismo, aprovechándose de los
medios de comunicación. Hay que estar alertas, los reformistas son un veneno
camaleónico que se escurre sigiloso en no pocos espacios. Algunos se disfrazan
de “doctos” y van por el mundo pontificando un saber “revolucionario” sacado de
su saliva (o de algunos manuales de élite burguesa). No faltan los envidiosos,
los mediocres, los petulantes ni los traidores que se infiltran en los frentes
revolucionarios para sembrar confusión mientras ordeñan alguna prebenda ganada
con trampas. Es preciso ser muy cautelosos. Todo lo que no ayuda a garantizar,
acelerar y profundizar la revolución permanente, en el corto, en el mediano y
en el largo plazo debe ser sometido a discusión abierta, con cada uno de los
que día y noche le ponen el cuero a la lucha por revolucionar la sociedad y
nuestra propia organización.
Es
indispensable ensayar todos los lenguajes necesarios para hacer visibles,
audibles y palpables las tareas que sostiene cada uno de los frentes de nuestra
organización, los esfuerzos permanentes que muchos hermanos y hermanas dan con
“espíritu de sacrificio”, fuente primordial de la fortaleza moral. No hay
tiempo que perder.
Hay quienes
objetan a cierta comunicación revolucionaria por “verticalista”, no
“democrática”. Creen que algunos medios revolucionarios se exceden en las
tareas de “propaganda” y se olvidan de las tareas de la autocrítica. Es un
debate valioso que no puede quedarse en un diálogo de sordos y si, por el
contrario, debe constituirse en una herramienta, de debate y de trabajo,
abierta constantemente. Pero no confundir el concepto burgués de “propaganda”
con la urgencia revolucionaria de hacer visibles nuestros logros para
fortalecer la moral de la lucha. Ningún evangelio publicitario burgués va a
silenciarnos por más científico o santo que se auto proclame. Los contenidos de
la comunicación revolucionaria son logros conceptuales cuya misión, además de
elevar el nivel de conciencia, radica en multiplicarse dialécticamente. Y eso
requiere redes y sistematización planificadas, con un altísimo protagonismo de
cada uno de los hombres y mujeres que construyen desde abajo el poder
revolucionario del pueblo.
La batalla
de la comunicación Popular y Revolucionaria se da, en una de sus fases,
principalmente contra la ideología de las clases dominantes que han hecho
metástasis en todo el tejido de las relaciones sociales. Es una lucha muy
difícil que no admite reposo. La encontramos hasta en la sopa. La vemos en
nuestros gustos y en nuestras creencias, está en la educación y en la cultura,
está en las tradiciones y en las imaginaciones. El capitalismo a inoculado con
su plasma ideológico incluso el pensamiento de su sepulturero para convencerlo
que lamente la hora en que su verdugo muera. Eso se llama enajenación y se ha
convertido, incluso, en un gran negocio. Terrible problema. Pero la parte más
ardua es la revolución creadora que debe contribuir a fundar un nuevo universo
de ideas, emociones, entusiasmos y moral revolucionaria. Y en ese marco una de
las tareas más arduas, y más postergadas, ha sido la Revolución de los
Contenidos.
ASUMIR EL
RETO DE PLANIFICAR LOS CONTENIDOS DESDE LAS NECESIDADES DE LA FUERZA PROPIA.
Nuestras
luchas comunicacionales son asimétricas. Nos falta capacitación, nos falta
organización y nos falta unidad. Tenemos claro quién es el enemigo, sabemos el
daño que nos ha causado, sabemos que debe ser derrotado y sabemos que no
podemos perder la batalla comunicacional. Sabemos que ésta lucha debe darse de
manera constante. ¿Por qué no hemos logrado vencerlos ya, si somos la mayoría?
Porque, en materia de comunicación, también hay que emancipar a los
emancipadores. Esa es una tarea urgente y nos obliga poner manos a la obra. No
sería un mal ejercicio que todos los días, ordenadamente, cada revolucionario
asuma su responsabilidad de difundir 10 noticias con los objetivos estratégicos
que debemos alcanzar. Hay que convertirnos también en combatientes
comunicacionales diariamente, sin descuidar en nada los contenidos.
Afirmamos
hace un buen tiempo que “todos nuestros esfuerzos buscan la realización del ser
humano, la construcción de una nueva humanidad. Es por ese inmenso objetivo que
afirmamos que la revolución es ahora, marcando sin medias tintas que la
exigencia ante nuestras debilidades ha de ser la norma, al pretender
revolucionar la sociedad debemos ir construyéndonos evaluando las propias
limitaciones y contradicciones a superar, seguramente no tendremos resolución
inmediata en muchas de las cosas que visualizamos como erróneas, pero lo que no
nos puede pasar, es no visualizar las ideas incorrectas que han marcado buena
parte de nuestra construcción y, porque no también, nuestro comportamiento
individual, individualidades que es necesario ir moldeando para contribuir en
la fortaleza que debemos darle al conjunto de nuestra fuerza.
Con una
buena dosis de audacia, como ya lo hemos demostrado tantas veces, sabiendo que
no estamos solos, que en el mundo existen pueblos que luchan por lo mismo,
organizaciones y gobiernos revolucionarios que arrojan luz sobre el camino a
recorrer, demostrándonos que en la gran batalla que damos hay que reproducir
una mística de la lucha con ejemplos sobresalientes, esa es una tarea
impostergable”.
CORRIENTE
DEL PUEBLO
KURMI -
JÓVENES AL FRENTE
INSTITUTO
TAKI ONQOY
MOVIMIENTO
CAMPESINO DE JUJUY
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